el perro no dejaba de ladrar. juan se acercó. el perro aumento la intensidad de sus ladridos. juan dirigió su brazo derecho hacia la cabeza del can, tranquilo por saberse conocedor de la sabiduría popular. el perro le arrancó dos dedos de un mordisco. juan se cagó en el refranero.
Los muertos
Hace 4 años
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